A veces, y esto ocurre desde la mentalidad de carencia, que existen personas que sólo ven los éxitos, y también ven los logros como algo perteneciente a la suerte.

Hace unos años, Richard Weisman, dedicó una década de su vida para intentar entender por qué algunas personas se consideran afortunadas y otras, desafortunadas. Es por ello, que Weisman es el mayor investigador de la suerte.

En definitiva, hay ciencia detrás de la suerte.

Ser o no afortunado no depende de factores externos: el 90% de lo que nos ocurre depende de nuestra forma de pensar y ver el mundo.

Es por ello, que siempre debemos vivir alejados de la visión de túnel, y además debemos estar instaurados en la mentalidad de abundancia.

A lo largo de la siguiente exposición haré referencia a muchos datos que se encuentran en el libro: Nadie nace con suerte, de, Richard Weisman, publicado en 2003. Libro que recomiendo para una lectura en profundidad.

La principal premisa

El 90% de nuestra existencia está determinado por nuestra forma de pensar, y el 10% restante es meramente aleatorio.

La valoración de la suerte

Cuando una persona busca un valor que no es medible, el resultado va a ser siempre incorrecto, ya que todas nuestras visiones están henchidas de sesgos.

Se cometen dos errores recurrentes al valorar nuestra suerte.

Error 1

La persona suele pensar que es responsable de su mala suerte.

Error 2

La persona siempre piensa que la suerte es de aquellos que están en el lugar idóneo en el momento adecuado.

Los dos errores nos llevan al patrón del “ser víctima”. Sin embargo, todo depende de que nuestra mente esté en lo que tiene que estar: prestando atención a las oportunidades que habitan en toda nuestra realidad, en todo nuestro presente, para así aprovecharlas.

Los 3 factores para tener suerte

Factor 1: la inteligencia intuitiva

Una persona con suerte por norma general le hace caso a su intuición, acostumbra a hacer caso a sus corazonadas; mientras que las desafortunadas ignoran a esa intuición completamente.

Curiosamente, los desafortunados, al ignorar su intuición, finalmente se arrepienten de la decisión tomada.

Como consecuencia de ello, nunca se debe ignorar lo que nos dice cada fibra de nuestro ser, para luego no arrepentirnos de la decisión tomada.

Ergo, si no sigues tus corazonadas, es evidente que deberías cambiar el “modus operandi”.

Con la suerte se pone en funcionamiento la inteligencia intuitiva que defiende Malcolm Gladwell en su libro titulado, precisamente, “Inteligencia intuitiva”. El sociólogo canadiense explica que todo se trata de decidir sin pensar, es decir, de tomar decisiones de manera meramente inconsciente.

Factor 2: la abundancia del optimismo

Las personas con suerte ante un fracaso perseveran. Pero, no lo hacen con desánimo, sino que lo hacen mostrándose siempre optimistas. En esa abundancia de optimismo se genera el pensamiento positivo. Esta clase de pensamiento nos conduce a pensar que siempre nos van a suceder cosas buenas.

No te rindas ante el fracaso, porque si las cosas no salen bien a la primera, y tienes la mentalidad del optimismo, tarde o temprano, sucederán cosas buenas, la suerte vendrá en tu busca.

Factor 3: la mentalidad de inversión

Las personas con suerte poseen la habilidad de convertir la mala suerte en buena suerte. Cuando nos enfrentamos a los cambios; las personas afortunadas afrontan ese inevitable cambio como algo deseado, incluso positivo.

La ausencia de miedo a los cambios nos hace ver los horizontes con una perspectiva divergente: comenzar algo nuevo es conseguir un objetivo diferente.

Esta capacidad de imaginar al instante que todo podría haber sido mucho peor, es lo que se denomina “mentalidad de inversión”.

Los cinco hábitos de la suerte

La suerte, al no ser aleatoria como expuse anteriormente, les voy a proporcionar cinco hábitos para que tengan suerte en su cotidianidad.

Hábito 1: la acción

Se debe pasar a la acción. La acción es la única manera para que la suerte esté de nuestro lado.

Cuando no se hace nada, mientras todo a nuestro alrededor muta y cambia constantemente, la suerte deja de fijarse en nosotros.

Las personas sin suerte sufren “parálisis por análisis”.

La parálisis por análisis ocurre cuando una persona ante una situación se queda estancada, se queda paralizada, imaginando posibles opciones, pero sin hacer nada; por lo tanto, esas ideas no se ejecutan. Esta dificultad en la toma de decisiones y actuar es muy común en personas analíticas y dubitativas.

Hábito 2: sigue a tu intuición

A las personas con suerte su intuición y su instinto las guían en sus relaciones, en sus decisiones laborales, financieras, etc.

Activar la inteligencia intuitiva nos brinda una unión con nuestro sexto sentido, que es innato a todo ser humano.

Las personas sin suerte, al no confiar en su propia intuición, viven a expensas de que los demás les digan qué tienen que hacer.

Hábito 3: la espera de sólo lo bueno

Siempre debemos esperar que sucedan cosas buenas.

El 85% de las personas con suerte están convencidas de que sus sueños se harán realidad.

Es probable que esto no ocurra, pero es este sentimiento el que nos va a empujar a tomar acción y a alinearnos con nuestros objetivos, incluso a través de las dificultades inevitables del camino.

Las personas sin suerte ven el camino únicamente como una suerte de obstáculos.

Hábito 4: todo es temporal

Debemos ver el lado positivo de las cosas malas que nos suceden. Desde este enfoque práctico, podemos tomar acción para prevenir que estas situaciones se repitan en un futuro inminente.

Las personas sin suerte, al enfocarse en su mala suerte, una y otra vez son presas del victimismo.

Hábito 5: la energía optimista

Varios investigadores han identificado en las personas con suerte que estas poseen una especie de energía optimista y contagiosa.

Evidentemente, no se puede evitar sonreír cuando estás cerca de una persona con suerte, y más cuando esa persona logra ver el bien que reside en el mundo y en ti.

Por otra parte, las personas sin suerte poseen una energía densa y negativa.

Miscelánea

Considerarse desafortunado es una elección. Una persona que se considera desafortunada es únicamente su manera de ver el mundo, y de forma de verse a sí misma. Esa visión repercute en cómo se comporta y cómo piensa.

«La suerte es lo que ocurre cuando la preparación coincide con la oportunidad». Séneca

Las personas afortunadas se caracterizan por estar siempre preparadas, por aprovechar las oportunidades, por tener un sexto sentido, y por confiar en él hasta la consecución de sus objetivos.

En ese pensamiento positivo se crea la suerte, y nacen los ganadores.

Los perdedores son los que desaprovechan las oportunidades, piensan que van a perder. Entonces, comienzan a cometer errores, y terminan por confirmar la teoría de la profecía cumplida.

Cuando la sociedad con sus “mass media” ha ido sembrando en la mente del individuo el sesgo del miedo. El individuo vive instaurado en una mentalidad de carencia, que es ajena al optimismo. Finalmente, se ha generado una sociedad de seres que se sienten cruelmente perdedores.

Debemos salir de esa “Matrix” perfectamente tejida, y volver a habitar en la fe del optimismo.

Un reciente estudio confirmó que las personas optimistas viven un 15 % más que las pesimistas.

La vida la hacemos compleja, simplificarla es saber aprovechar las oportunidades, y siempre tener un pensamiento positivo. Es ese pensamiento positivo el que nos abrirá las puertas de la suerte.

“La suerte
nace
cuando haces de tu fragilidad
tu fortaleza”.

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