El hecho de poder dominar nuestros deseos a la hora de tomar posiciones, y a la hora de realizar nuestros análisis diarios nos harán liberarnos de nuestros innatos sesgos.
La parte esencial del proceso de mejora es la disciplina. Cuando implementamos la disciplina como un pilar en nuestra vida diaria, ese proceso de mejora es inacabable.
En la modernidad tardía las personas ceden constantemente a los impulsos, impulsos que les hacen volver una y otra vez a su “antiguo yo”. Algo, que podríamos definir como el “eterno retorno”, pero un eterno retorno a lo desgastado.
Todo lo que no mejora se desgasta, y nos ancla a la mediocridad.
Normalizar la mediocridad solo nos impulsa a ser mediocres, a conformarnos, a perder la voluntad de desafiarnos en la vida; y, en última instancia, a perder la posibilidad de convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.
La disciplina es la capacidad de una persona para superar sus deseos a corto plazo.
Habitar en la sociedad del “largo plazo”
En la mente joven todo va demasiado rápido, y el tiempo pasa demasiado lento. Es por ello, que se debe equilibrar todo gradualmente.
Al tener que tomar decisiones muy rápidas en nuestro día a día, debemos actuar rápido y pensar despacio.
Pensar despacio no es pensar lento es pensar con todas las miradas disponibles. Es pensar desde varios cerebros implantados en el nuestro. Es liberarnos de la visión de túnel.
La esencia de la disciplina es la libertad
Para ser grandes analistas, grandes profesionales, y grandes seres humanos debemos domarnos a nosotros mismos.
Domarnos a nosotros mismos requiere de autocontrol, de responsabilidad y objetividad.
Autocontrol, responsabilidad y objetividad son contrarios al corto plazo; son valores que se generan en el largo plazo.
Cuando todo se anhela, eres tu propio esclavo. Los anhelos son cadenas que nos lastran en nuestra continua evolución.
Vivir con virtud debe ser nuestro propósito último, y sólo se consigue caminando por la senda de la disciplina.
La disciplina nos hace libres.
La sociedad actual está poblada por personas esclavas de sus deseos, que se creen libres; y únicamente son víctimas de su autoimpuesta esclavitud.
Ser libre no es vivir en el libre albedrío, hacer lo que quieras cuando quieras.
Ser libre es mucho más capital que el simple libre albedrío.
Ser libre es ser poseedor de la capacidad de elección.
La libertad es la capacidad de elección
La modernidad tardía está henchida de personas perezosas que muestran su mediocridad. En esa mediocridad habitan la inmensa mayoría de los referentes actuales.
Personas que se levantan tarde, que no cumplen con sus obligaciones, ni tampoco cumplen con sus responsabilidades.
Para el «hombre masa» esas personas perezosas son libres, pero para las «personas de alto valor» son meramente esclavos.
El perezoso que parece que hace lo que quiere, parece que es libre, y además quiere vivir siendo un perezoso. Sin embargo, el perezoso no tiene capacidad de elección.
El perezoso nunca va a poder llevar una vida diferente a la que tiene.
El perezoso vive subyugado a la pereza, mientras que el disciplinado, que se levanta temprano y cumple con sus responsabilidades, posee la capacidad de elección.
El disciplinado puede elegir ser perezoso o ser responsable.
Curiosamente, todas las mañanas tenemos esa capacidad de elección.
No obstante, el disciplinado desde su libertad de elección, decide actuar con disciplina porque sabe que es lo correcto.
En esa libertad real, en esa capacidad de elección: elegimos ser responsables cuando se debe, y el placer cuando se han cumplido todas las responsabilidades.
En definitiva, el perezoso vive esclavo de su pereza, sin ninguna posibilidad de mejora, porque vive engañado pensando que es libre.
Abandona la motivación y abraza la disciplina
La motivación es un importante impulso para lograr cosas, pero es totalmente inconstante.
Las personas se despiertan motivadas, pero esta motivación al día siguiente desaparece.
Las personas que se aferran únicamente a la motivación jamás son capaces de hacer cambios en sus vidas, ni tampoco serán capaces de alcanzar ninguno de sus objetivos propuestos.
Como decía anteriormente, la motivación es un importante impulso para el comienzo. Pero, en un breve espacio de tiempo; la motivación desaparece para quedarnos en manos de la disciplina.
La disciplina nos da ventaja
Cuando desaparece la motivación, en esa angustiosa desmotivación, la disciplina nos hace avanzar sin retroceder.
Deben pensar que un atleta de élite no siempre tiene ganas de entrenar, ni un escritor ganas de escribir, ni un empresario de éxito siempre tiene ganas de trabajar, ni obviamente un trader emblemático tiene ganas de hacer sus estrategias diarias.
Todos ellos desean el descanso, el no hacer lo que deben de hacer.
En esa falta de ganas, germina la capacidad de superar el deseo.
En esa superación del deseo, como disciplinados, tenemos ventaja.
El «ser frágil»
En la modernidad tardía las personas cada vez son más indisciplinadas. Las personas más jóvenes tienen más difícil que nunca el poder desarrollar la virtud de la disciplina.
No obstante, es algo tremendamente lógico, ya que la vida cada vez se está volviendo más sencilla, más fácil.
En esa facilidad, nuestra supervivencia nunca está en juego. En esa facilidad nuestra disciplina parece innecesaria.
Cuando nuestra supervivencia está en juego, no hay otra opción que no sea cumplir con tus responsabilidades, puesto que tu supervivencia depende de ello.
En la facilidad habita el «ser frágil».
Las dos fuentes de la indisciplina
Existen dos fuentes que cultivan la indisciplina: las tentaciones, y la falta de resistencia.
Las tentaciones
La superación del deseo cada vez es más costosa, debido a que estamos sometidos y circundados por una infinidad de fuentes de tentaciones y distracciones. Todas ellas: televisiones, plataformas, redes sociales, compiten por nuestra atención. El compromiso de todas ellas es capturar nuestra atención.
En esa captura de atención: se pierde el foco, se pierde el objetivo, y se elimina nuestro propósito.
La falta de resistencia
La vida fácil no requiere de la práctica de la disciplina. En la modernidad tardía no es necesario ser disciplinado para sobrevivir.
La disciplina es un músculo de la mente.
Como todo músculo; la disciplina, si no se utiliza, si no se entrena, se atrofia.
Todo está a nuestro alcance en pocos minutos, hasta la comida de baja calidad y rápida. Series en las plataformas sin movernos del sofá, todo rápido, mientras nuestro cuerpo y nuestra mente trabajan lento. Finalmente, nuestro cuerpo y nuestra mente se van atrofiando progresivamente.
Una mente que trabaja lentamente porque está henchida de «dopamina barata».
Esa «dopamina barata» genera una satisfacción inmediata, y se eliminan las oportunidades de practicar la disciplina.
En esa rapidez el ser genera la impaciencia, finalmente la capacidad de atención desaparece.
Al eliminar las fuentes de resistencia, se elimina la disciplina.
La incomodidad involuntaria
La comodidad es algo bueno para el descanso después de haber cumplido con nuestras obligaciones. Pero, el problema comienza con el exceso de comodidad.
El exceso de comodidad atrofia a nuestra disciplina.
La disciplina es incómoda, no es placentera, ni tampoco es agradable.
Esa incomodidad voluntaria es el catalizador de nuestro crecimiento como personas.
Sensaciones de la incomodidad voluntaria
Sensación de desarrollo Sensación de evolución diaria Sensación de realización
Dentro de esa nube de sensaciones amanecen los logros.
La belleza de la incomodidad voluntaria
La incomodidad voluntaria hace que nuestra disciplina crezca, al fin y al cabo es un mero músculo.
Construir disciplina se genera desde esas pequeñas cosas incómodas que sabemos que podemos hacer, y con el paso del tiempo se logran superar sin esfuerzo.
Esa conquista de las pequeñas cosas incómodas te llevará al siguiente nivel, a la conquista de cosas mucho más grandes. Un objetivo más difícil es siempre sinónimo de una disciplina fortalecida.
Ergo, es necesario crear en nuestros días situaciones incómodas para ejercitar la disciplina.
«No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba». Séneca
Debemos estar preparados para vivir el infierno y el paraíso en un mismo segundo.
Incorporar el hábito de despertarse temprano y de seguir una rutina diaria, va a modificar sus vidas, va a transformar sus vidas.
La rutina que les voy a aconsejar hacer para así mejorar su productividad la pueden encontrar en el libro el Club de las Cinco de la Mañana, del autor canadiense Robin Sharma.
El hecho de levantarnos temprano nos va a transformar mental y físicamente. Esta nueva perspectiva transformadora para muchos de ustedes puede ser su llave para el éxito en diferentes facetas de sus vidas.
Realmente somos muchas las personas que pertenecemos a este “club” de levantarnos antes del amanecer, en ese aprovechamiento de las primeras horas del día que nos hace afianzarnos con fuerza a nuestro crecimiento personal.
La adopción de levantarse antes del amanecer, la adopción de este hábito, trae consigo una experimentación de la vida más plena y satisfactoria.
La magia del amanecer
“Percibía algo, en el delicado encanto del amanecer, que le causaba una honda emoción al pensar en cómo el día se abre a la belleza”. Oscar Wilde
El amanecer está henchido de magia.
El amanecer a su vez está henchido de posibilidades, poseemos la paz y el silencio.
En la dualidad “paz-silencio” nuestra mente es mucho más receptiva. Nuestra mente está “en foco”.
Al estar “en foco” podemos trabajar conjuntamente los tres pilares esenciales del ser humano.
Los pilares esenciales del ser humano
Muchas personas piensan que el ser humano consta esencialmente de mente y cuerpo.
Pero, eso no es así, esencialmente somos: mente, cuerpo, y alma.
El tercer pilar del ser humano: el alma, es igual de importante que los otros dos.
“El alma es aquello por lo que vivimos, sentimos y pensamos”. Aristóteles
Los pilares del ser humano se deben trabajar por igual, sin descuidar ninguno a lo largo de nuestro día.
Una rutina consciente y disciplinada
Debemos ser conscientes de la importancia de nuestro crecimiento personal, de ese amplio espacio de mejora que todos debemos tratar de copar.
Al despertarnos temprano tenemos la oportunidad única del aprovechamiento del silencio, de encontrarnos con nuestra propia soledad.
“La vida futura vibraba tras todo aquel silencio”. André Malraux
En ese silencio dejamos de huirnos, somos presente con semillas de futuro.
El silencio es la voz del pensamiento.
Dentro de ese silencio, en nuestra rutina consciente y disciplinada, somos calma.
En esa calma debemos nutrir nuestra mente, fortalecer nuestro cuerpo y conectar con nuestro espíritu. En esa calma desarrollaremos los pilares esenciales del ser humano.
La autodisciplina y el compromiso personal
Incorporar cada mañana hábitos como la meditación, la lectura inspiradora, la reflexión y el ejercicio físico nos anudan a un compromiso con nosotros mismos.
Esos hábitos convierten la disciplina forzada en autodisciplina.
La autodisciplina es la fe de ser un presente pleno.
Estos hábitos a su vez nos ayudarán a cultivar una mentalidad positiva, a aumentar nuestra energía diaria, y a establecer objetivos claros para el día recién estrenado.
El éxito germina cuando eres cumplidor de tus objetivos.
La fórmula 20-20-20
Al buscar nuestra mejor versión maximizaremos nuestro potencial.
La fórmula 20-20-20 se divide en tres etapas.
Los números 20-20-20 corresponden a los minutos de cada una de las etapas.
Etapa I – Cuerpo – Actividad física
Los primeros 20 minutos del día les comenzaremos con movimiento, con actividad física.
Estos ejercicios pueden ser ejercicios cardiovasculares, estiramientos, yoga, etc.
El único objetivo que debemos perseguir es únicamente despertar a nuestro cuerpo, aumentar nuestra energía, y así promover nuestra salud física.
“El deporte delega en el cuerpo alguna de las virtudes más fuertes del alma: la energía, la audacia, la paciencia”. Jean Giraudoux
Etapa II – Mente – Reflexión
Los siguientes 20 minutos del día después de la actividad física, les dedicaremos a la reflexión y la visualización.
Meditamos, practicamos la gratitud, leemos algo inspirador o escribimos en un diario.
Buscamos calmar a nuestra mente.
Alimentar a nuestra mente con una mentalidad positiva, y enfocarnos con nitidez en nuestras metas y propósitos.
“Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”. Mark Twain
Etapa III – Alma – Crecimiento
Los últimos 20 minutos del día después de la meditación, les dedicaremos al crecimiento.
Nos enfocamos así en nuestro crecimiento personal y en nuestro aprendizaje.
En esta última etapa podemos hacer lecturas inspiradoras, estudiar algún tema adicional que nos interese, escuchar algún pódcast educativo, etc. Todo aquello que nutra nuestra mente.
Al nutrir nuestra mente mediante la adquisición de nuevos conocimientos, expandimos nuestro horizonte, y hacemos divergir a nuestra mirada.
Nos vamos deshaciendo de las limitaciones que nos confiere ser poseedores de la “visión de túnel”.
“El desarrollo personal le lleva a su destino”. John Maxwell
Consideraciones adicionales para realizar la fórmula 20-20-20
La hora de despertar debe de ser una hora temprana que funcione para usted, no necesariamente esta hora debe ser las 5 de la mañana.
Se deben establecer una secuencia de actividades que pueda seguir con asiduidad cada día.
Se deben organizar las cosas la noche anterior, se debe preparar el entorno de una manera cuidadosa.
Todas las actividades que vayan a realizar en su rutina les deben resultar placenteras.
Persistencia y constancia
Los frutos florecerán con el tiempo, aunque al principio les será algo costoso.
La clave está en mantener la disciplina y la constancia.
Durante la rutina 20-20-20 deben evitar las distracciones tecnológicas: eviten revisar redes sociales, correos electrónicos o cualquier otro entretenimiento tecnológico.
Deben mantener en los primeros días el foco en las actividades, esto les ayudará a crecer y prosperar muy rápidamente. Y, con el tiempo, esta prosperidad será exponencial.
Aproveche el tiempo libre adicional que haya ganado una vez que haya completado su rutina matutina.
Ese tiempo libre adicional puede utilizarlo para trabajar en sus proyectos personales, aprender nuevas habilidades o simplemente disfrutar de momentos de tranquilidad y relajación.
Aplicar la fórmula 20-20-20 les va a traer a su vida una serie de beneficios significativos.
Beneficios significativos de la fórmula 20-20-20
La mejora de la productividad
Al comenzar el día con el presente de un propósito, se van estableciendo las metas y prioridades de una manera espontánea.
Es lo que le hará estar más enfocado, así podrá abordar sus tareas con mayor eficiencia.
“Lo importante no es hacerlo, sino hacerlo bien y sentirse orgulloso de ello”. Emmanuel Carrere
Desarrollo personal
Al dedicar tiempo a la reflexión y el crecimiento personal, expandirá sus conocimientos, desarrollará nuevas habilidades y fomentará una mentalidad positiva y centrada en el crecimiento.
“Cuando uno sabe lo que quiere, es más probable que lo reconozca cuando lo vea”. Napoleón Hill
Mayor energía y vitalidad
La actividad física matutina le proporcionará energía y vitalidad durante todo el día, mejorando su estado de ánimo y aumentando su resistencia física.
La meditación y la reflexión le ayudarán a calmar la mente, reducir el estrés y aumentar su capacidad para manejar los desafíos diarios de manera más serena.
“La vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir sino en la de volver a empezar”. F. Scott Fitzgerald
Sentimiento del logro
Al completar su rutina matutina, sentirá un sentimiento del logro y satisfacción personal que le motivará a seguir adelante y alcanzar sus metas a lo largo del día.
“¡Satisfacción! No podría vivir sin ella. Es como agua o pan, o algo absolutamente esencial para mí”. Sylvia Plath
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